Claudio Bravo y su último deseo:
 
"Quiero que me entierren en una tumba-museo"
 
La Segunda, 6 de Junio de 2011
 
 
Claudio Bravo en su mansión de Tánger.
Claudio Bravo hizo su propia definición: "Un hombre talentoso, a quien el cielo le concedió un don que nadie más posee".

El pintor chileno "reconocido a nivel mundial por su técnica hiperrealista", como señala hoy el diario "El Mundo", de España, falleció el sábado a los 74 años, víctima de dos ataques cardíacos, en la ciudad de Taroudant, Marruecos.

Varios medios internacionales llevaron la noticia. Porque el mundo del arte está consternado por la muerte del chileno, que fue condecorado en Marruecos como Gran Oficial de la Orden Gabriela Mistral, como el máximo exponente de la pintura realista a nivel internacional.
Bravo abrió las puertas de su casa al diario "Milenio", de México, en noviembre pasado. "Hay gente que nace con el mal de piedra, como dicen, yo nací con mal de piedra", declaró para hablar de su afición por construir casas. "Me hago casas ideales, me sueño casas y las hago", dijo el pintor nacido en 1936 en Valparaíso, residente en Marruecos desde 1972.

"Ahí, el artista vive en una mansión excepcional, ubicada en una colina. Cada habitación tiene su sello personal", señala la publicación. "Soberbio, impecable, amo y señor de sus dominios… Es el hombre que presume su riqueza, se sabe distinguido, privilegiado", señaló la periodista. "Nunca he querido tener éxito, he tenido ganas de ser un pintor con éxito", comentó el artista, "el éxito es una cosa que llega sola, lo único que hay que tener es pasión por pintar bien".

Cuando Bravo era muy pequeño hacía dibujos con un clavo en una mesa de madera roja que su familia tenía en la cocina, en su casa de campo de Valparaíso.

Era dueño de una extrovertida personalidad, con la que bien llevaba ser amado y odiado por la crítica. "No tengo tiempo para la neurosis, la neurosis es para los flojos", dijo.

"Duerme bien, come bien y está lleno de cosas. Es un hombre excepcional, inspira respeto, quietud, admiración", contó "Milenio".

Su residencia es "un Edén en medio de las tierras áridas de Marruecos, al lado de pequeñas casas artesanales hechas de adobe". Ahí pinta animales. "Porque son una excitación cada vez que se acerca a ellos y así lo demuestra su colección de caballos purasangre".

Acostumbraba a pintar entre 8 y 9 horas diarias. Si no lo hacía, se deprimía. En ese entonces hablaba de que su cuerpo le mandó una advertencia a principios de 2010, cuando lo tuvieron que operar. "Tenía ocho huesos de la columna partidos. Me arrastraba como un viejito", dice. "Ahora luce espléndido", acota la periodista.

Bravo mandó a construir una escuela, "muy bien hecha, con la mano de un pintor", y la donó para el pueblo donde vive. Y ya había empezado a construir también un hospital.

Su obra está en las colecciones de los museos más importantes del mundo, entre ellos el Museo del Prado, al que donó 19 esculturas. También en el Museo de Arte de Ponce de Puerto Rico, en el Museo Metropolitano de Arte y el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en el Museo Rufino Tamayo de la Ciudad de México o en el Museo Ludwig, de Colonia, Alemania, entre otros.

"Como lo han hecho otros artistas de talla internacional, los españoles Salvador Dalí y Pablo Picasso, Bravo tiene la idea de construir un museo monumental para que lo entierren ahí".

"Ahora me quiero hacer una tumba-museo. Que me entierren en un museo", expresó. Aunque no alcanzó a cumplir su sueño.

Bravo nació el 8 de noviembre de 1936 y desarrolló a lo largo de más de 50 años una larga y exitosa carrera, en su mayoría en el extranjero. Nueva York, Madrid y Marruecos fueron lugares que vieron al artista mantener la vanguardia en el escenario artístico.

En 1961 viajó a Europa y al poco tiempo se instaló en España, donde alcanzó la fama como retratista de la alta nobleza y la aristocracia. Años más tarde, en el año 2002, recibió la nacionalidad española gracias a sus méritos y aportes artísticos.

En 1972 se trasladó a Tánger, Marruecos. En 1981 montó su primera exposición en la Marlborough Gallery de Nueva York.

Durante el 2006 viajó permanentemente entre Marruecos y Puerto Octay en Chile. Sólo dos años después se instaló en forma definitiva en Taroudant.

Su regalo al rey Juan Carlos

Bravo respondía, cuando criticaban que sus obras eran muy decorativas, que no le importaba en lo absoluto. Que siem pre había sido un pintor estético.

Y obsesivo, como señala una declaración en su propia web. "Lo primero que hago es el dibujo; después el boceto con mucha pasta, donde queda casi terminado. Luego lo repinto, otra vez con pasta, y después lo voy retocando durante meses. Nunca estoy contento. Solo al final, cuando estoy contento, lo firmo, pero soy muy obsesivo. Como hay mucha gente detrás de mi pintura, no me puedo permitir una cosa mal hecha".

Y agrega: "No termino los cuadros hasta dos meses después… A veces en las exposiciones hay cosas que no me gustan y las retoco, con una paleta y un pincel".

En 1995, el diario "El país" titulaba a este pintor "reacio a las entrevistas" como uno que esperaba ser un clásico. "Uno firma el cuadro y ya te aburre, te desentiendes de él, o cuando lo ves colgado en la galería dices: «¡Qué pena, debí quedármelo!»", declaró él. "Nunca sé dónde está un cuadro mío. Quisiera conservar algunas piezas; pero siempre acabo desprendiéndome de ellas. Me pasó con «Las tentaciones de San Antonio», lo había tenido en casa mucho tiempo; o con un Cristo enorme, que también lo conservé cerca hasta que de repente un día, hablando con el rey Juan Carlos, se lo regalé".

La reflexión en torno a la mirada

Claudio Bravo fue un pintor que invita a reflexionar en torno a la mirada y la serenidad, según comentó en México Jorge Contreras, curador del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, donde Bravo expuso el 2008.

"Historiadores del arte catalogarían a Bravo como un artista hiperrealista, él como creador sólo intenta hacer reflexionar en torno a la constitución de la mirada", publicó entonces "Milenio".

Contreras agregó que es más que un pintor hiperrealista: "Veo una meditación en torno a la pintura no para representar objetos o personajes, sino para traer a colación emociones o actitudes, no creo que tenga que ver con la figura que está pintada sino con la pintura como recurso… Creo que en los lienzos, en las telas, en las envolturas de papel, lo que está viendo es el funcionamiento de la mirada, más que representar algo o de compararlo con un objeto creo que está haciendo una reflexión de la mirada".

Y agrega: "Es un buen ejemplo de un artista cuya fama está derivada de su trabajo, más que de la promoción personal, es una trayectoria de muchos años y ha sido siempre así. Más bien su trabajo ha sido el que ha despertado el interés de galeristas, de coleccionistas, de público en general".

Por algo Bravo dijo a "Vivienda y decoración", el 2008. "Estoy p reparado para morir, si le viene la gana a Dios. Morir terminará con mi angustia de la creatividad, será acostarme y dormir bien eternamente. Estoy listo porque he cumplido con mis dones".